domingo, 1 de febrero de 2009

Esto no es cine, pero casi


Acabamos de empezar el año y ya tenemos alegrías para sobrellevar la crisis.  Rafa Nadal ha ganado la final del Open de Australia, en un partido de casi cinco horas en cinco sets (7-5, 3-6, 7-6, 3-6, 6-2).

Ya lo he dicho, esto no es cine, pero el partido merecería estar entre las batallas épicas del deporte pero también del espectáculo, porque nadie como ellos podrían hacernos botar, sufrir y saltar de alegria. Tras un torneo cómodo para los dos, se encontraron en la final en condiciones distintas: Nadal con un partido a cinco sets contra Verdasco y Federer con tres días de descanso que para algunos pudiera ser una ventaja pero que finalmente pareció sacarle del torneo.

Hasta el último momento no estaba muy claro quién iba a ser el ganador. Los dos llevaban a la espalda un torneo impecable, por eso no fue hasta que se gritó “out” cuando Nadal se convertía en el primer español en ganar el Abierto de Australia. Pero tal y como se comenta en todas partes, el partido no fue sólo un enfrentamiento físico sino también mental y ahí el número uno ganó en estabilidad puesto que tiene esa capacidad de no derrumbarse aunque el marcador esté en su contra. Por algo es el número uno.

Tras el partido, una entrega de premios emotiva en la que, tal y como decían los comentaristas, los súper hombres también lloran. Federer finalmente pudo hablar en el turno que Nadal le cedió, al que le reconoció el papel que había jugado a lo largo de todo el partido. Nadal por su parte felicitó y elogió al número dos, recordando que fue y sigue siendo un gran tenista, un campeón.

Cuatro Roland Garros, un Wimbledon un Open de Australia, una medalla olímpica, doce Masters Series ATP y trece ATP Tour son el palmarés que definen al número uno: Rafa Nadal.

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